Tiempos de Cambio

El día de hoy debemos hacer filas durante mucho tiempo para adquirir algo que antes no teníamos más que simplemente apersonarse al lugar y adquirirlo.

¿Cuánto tiempo debíamos esperar antes, cuando la situación era estable, antes de esta pandemia, en los peores casos?

¿20 minutos, 30, a lo sumo 40...?

Pero eso sí, dentro del local (en caso de tratarse de un centro comercial), bajo sombra, sin tener que mantener un metro de distancia y con la seguridad de que nos llevaríamos a casa lo que habíamos ido a comprar.

Ahora tenemos que esperar por lo general más de una hora para poder ingresar a cualquier centro comercial y comprar o gestionar lo que necesitemos, con la duda de si encontraremos lo que necesitamos o de que por ser muy tarde ya no nos atiendan a pesar de haber esperado tanto tiempo.

Pensamos en esos bellos momentos del pasado, hace sólo unos meses y si estamos todavía un poco lúcidos, quizás recordemos que incluso el pequeño ajetreo que significaba salir de casa (sin tener que llevar la bendita mascarilla, guantes, etc), ir al centro comercial, hacer la fila... Ya nos parecía una sucesión de eventos indeseados, sin embargo nos sobreponíamos y lo hacíamos, no sin por supuesto estarnos quejando, diciendo que la cajera atiende muy lento, que la fila está muy larga, que esto y aquello; el asunto era siempre quejarse.

¿Y si comparamos ese escenario con el de ahora?

¿En cuál preferiríamos estar?

Huh...

Los más osados dirán que en ninguno de los dos, y que preferirían estar en un tercero en el que no haga falta hacer ningún esfuerzo para tener que adquirir lo que necesitamos.

Bueno, ya existían, y aún existen personas que tienen los medios para lograr no tener que hacer ningún esfuerzo para tener múltiples cosas en su casa sin mover más que unos dedos ,y sin embargo...

¿Permanecen esas personas libres de queja?

¿Los ven felices y relucientes ya que se ahorraron el esfuerzo aparentemente innecesario que otros mortales sí tenemos que hacer para obtener ciertas posesiones?

Pues a la gran mayoría, no...

Y es que la sal es quejarse, por lo que sea pero quejarse. Imaginemos por un momento que la queja como acción física, mental y emocional desaparece por un momento, digamos por un día, completamente de nuestras vidas...

¿Cómo se quedarían? ¿Contentos? O quizás ahora se quejarían de no poder quejarse. Sería una paradoja.

El meollo del asunto es, ahora estamos mucho peor que antes; quizás esto nos sirva para aprender a valorar los buenos (y si vamos más allá, también a los no tan buenos momentos) momentos, donde en vez de quejarnos debíamos aprovechar más el tiempo en simplemente disfrutar.

Quizás la única forma que tenemos de dar valor a algo es perderlo, ¿no creen?

Que les vaya muy bien, y gracias por leerme.

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